El Angel de la Muerte
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El Angel de la Muerte
Nombre: El Angel de la Muerte
Actores: Asier Exteandia como René. Raul Francino como Gabriel. Elena Ballesteros como Marian. Ana Gracia como la madrastra de René. entre otros secundarios...
Tipo: Pelicula Suspense-terror
Descripción:
El protagonista de este argumento cinematográfico de suspense y terror, es un joven de veintiocho años, de nombre Renato, y cuyas características físicas corresponden a una criatura angelical: es de buena estatura sin ser alto, cabellera rubia, abundante y rizada, tez al bina, ojos azules y cuerpo proporcionado. En cambio, tiene una psique atormentada, y cruel en ciertas circunstancias. Necesita la soledad y aborrece a la humanidad, lo que lo convertirá en un asesino despiadado y compulsivo, que esconde tras su educación (licenciado en F.clásica), y modales exquisitos y su amor por los animales. Habiendo sufrido maltratos y abusos sexuales de su madrastra, tras la muerte de su padre, con la herencia recibida, se compra una mansión abandonada no lejos de una ciudad de provincias, en medio de los bosques, para llevar una vida retirada, dedicada a la contemplación y a sus horrendos crímenes.
Productora: C films
Última edición por Combodiego el Vie 13 Feb - 18:09:28, editado 3 veces
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Re: El Angel de la Muerte
Renato, el protagonista de este argumento, joven de veintiocho años y belleza angelical, tras la muerte de su padre (¿lo ha asesinado él?), huye de la pesencia de su madrastra, mujer libertina, que lo sedujera en su adolescencia, y con quien ha mantenido una relación perversa.
Perteneciente a buena familia, con una esmerada educación, virtuoso del violín y aficionado a la poesia, inculcada por su madre (muerta siendo el un niño, y a quien lleva en una foto en un medallón a su cuello), con la parte de la herencia, se instala en una mansión rodeada de bosques, no lejos de una ciudad de provincias, y cercana a un pueblecito.
El argumento comienza una tarde de sábado con la llegada de Renato (René) a la mansión en un caro todoterreno, con sus pertenencias más preciadas, entre las que destacan las obras de literatura. Al llegar a la mansión, ajardinada en su fachada principal, se encuentra con Marían y Gabriel. Esta pareja, cuidadores de la finca desde unos meses atrás en que se ahorcara el guarda-casero, viven en un pueblecito cercano, y le dan las llaves de la casa, mostrándole su interior y alrededores, explicando al nuevo inquilino que la dueña odia el lugar a causa de que en el falleciera, alcanzado por un rayo, su marido.
Renato tiene intención de comprar la finca e instalarse definitivamente, pues el lugar le cautiva, pero de momento se va a instalar como inquilino, en régimen de alquiler, condición que le costó negociar con la dueña. Marian y Gabriel, pareja afectiva, tienen un cachorro de perro, que les diera el antiguo guarda, de nombre Sol, y ambos se extrañan de que el cachorro rehuya las caricias de Renato, igualmente les parece macabro que el nuevo, flamante y misterioso inquilino de la finca “Etxemendi”, se interese por el árbol en que apareciera colgado una mañana el antiguo casero, un hombre mayor de edad, Silvano, siendo encontrado por la pareja en uno de sus paseos. También les llama la atención el hecho de que los cuatro fieros perros de la finca, de raza rotwailer, negros, y a los que la pareja alimenta, no ladren al nuevo inquilino, mostrándose sumisos cuando éste, para temor de la joven pareja, se introduce en su jaula, mostrándose sumisos a sus caricias y órdenes, como si lo conocieran de toda la vida. Igualmente llama la atención de la joven pareja el vestuario clásico, en color negro y blanco de Renato.
Este se muestra encantado del lugar, y más de la gran casa, con sus largos corredores, amplio salón con chimenea, bodegas, etc, pese a lo cual, declara su espíritu viajero, hasta los más hermosos lugares terminan cansándole. Ha elegido el lugar por su belleza y por su riqueza entomológica, y se quedará un año, el tiempo que estima necesario para llevar a cabo sus estudios y su obra literaria. Asimismo, les manifiesta su deseo de vivir en la mayor soledad posible, a fin de que las labores de cuidado de la casa, la finca y los animales por parte de la joven pareja, no alteren su vida de misántropo confeso: Marian seguirá acudiendo a la mansión, todas las mañanas, para su cuidado, además de recibir un extra por hacer de cocinera para Renato, el cual le da unas instrucciones precisas e invariables sobre sus gustos culinarios.
Con la caída de la tarde, la joven pareja vuelven al pueblecito en su coche, deteniéndose en un lugar del bosque para hacer el amor(durante el acto, escuchan gruñidos extraños), y prosiguen camino. A La vuelta de una colina, se detienen para contemplar a lo lejos la vieja mansión señorial: les llama la atención que están todas las luces de fuera y dentro de la casa encendidas.
A la mañana siguiente vemos a Renato, siempre vestido de negro, atareado afanosamente, ubicando una cámara de vídeo en un largo
corredor. Un pequeño camión llega a la mansión precedido de Marian y Gabriel en su coche, los cuales ayudan a descargar las pertenencias
de Renato y colocarlas en las distintas dependencias. Renato les confiesa que ha pasado una noche inmejorable, salvo unos extraños gruñidos
a medianoche procedentes del jardín. La pareja le confiesa el susto de la tarde anterior en el bosque.
Marian hace sus tareas, agobiada por el alto volumen de la música de Beethoven y la actitud de indiferencia total de Renato hacia ella, como que no la ve cuando pasa ante ella, obsesionado en su trabajo de cerrar el circuito interior de la casa,monitorizado todo desde su cuarto-oficina. : así, ha colocado un búho disecado en el extremo de un corredor, con las alas abiertas, en pose predatoria, que despierta el rechazo de Marian.
Hay un espacio donde vida y muerte se confunden En la habitación de Renato hay una reproducción del cuadro del Bosco: El martirio de S. Sebastián, en que aparece el mártir cristiano atado a un árbol y muerto a flechazos: encadenamos este motivo pictórico con un joven real, de carne y hueso, amordazado y atado a un árbol en el bosque, recibiendo flechazos en su cuerpo. Renato maneja el arco moderno, complacido, disparando una flecha tras otra. Volvemos al presente, a la habitación, donde vemos a Renato dormido, visualizando en sueños su primer crimen, con expresión beatífica.
Instalado en la mansión y establecidos sus hábitos de vida, así como las tareas de Marian en la casa, a la que acudirá un solo día a la semana para hacer limpieza, y tras prescindir de Gabriel en el jardín, del que pasará a ocuparse él, prosigue su cadena de crímenes, eligiendo entre sus víctimas a cuantos jóvenes de ambos sexos se sientan atraídos por él en sus escapadas a la ciudad.
Ya en la mansión y tras el acto sexual, del que él no obtiene ningún placer(estigma de sus relaciones con su madrastra), los asesina, a los varones violentamente, a las chicas, durmiéndolas con un somnífero venenoso. Los cuerpos de aquéllos los deposita en un lugar del bosque como alimento para los animales silvestres(jabalíes, zorros, buitres, etc,), mientras que momifica los cuerpos de las chicas, coleccionándolos como si fueran muñecas en la bodega de la casa. Incluso da un festín en la mansión a los vagabundos de la zona sirviéndoles órganos de sus víctimas.
Marian se siente atraída por la extraña personalidad de Renato y éste, consciente de ello, le confiesa que no pierda el tiempo, ya que él no siente ningún tipo de necesidad, sexual o afectiva hacia nadie, excepto el amor hacia su difunta madre.
Esta confidencia espolea más el interés de Marian por Renato, lo que hace que éste la rehuya sistemáticamente. Así, pues, un día, Marian decide averiguar que esconde Renato en la bodega y, tras descubrir el escondite de la llave secreta, accede a la estancia prohibida, encontrándose con una visión horrosa: los cuerpos momificados, suspendidos del techo, de unas cuantas jóvenes. Conmocionada por el descubrimiento, sale despavorida en su coche hacia el pueblo pero, al encontrarse en el camino con Renato, para esquivarlo, se choca contra un árbol. Renato la carga a hombros y la lleva a la mansión, percatándose de que su terrible secreto ha sido desvelado por Marian. No puede matarla sin levantar sospechas, así que la devuelve al coche siniestrado con la intención de darle fuego al coche para que parezca una consecuencia del accidente.
En ese momento ella recupera el sentido, y suplica piedad a Renato, el cual no la escucha: en la lucha, ella consigue escapar del coche y corre por el bosque, perseguida por el asesino, siendo salvada en último momento por su novio, Gabriel que estando cazando en el bosque, acude a los gritos de Marian.
Tras matar a René, los amantes vuelven al pueblo en el coche. No pronuncian palabra cuando de repente un lobo negro se les cruza en el camino y caen por un acantilado. El lobo los mira...
La escena final es la camara acercandose a los ojos del lobo.... unos ojos muy familiares...
Perteneciente a buena familia, con una esmerada educación, virtuoso del violín y aficionado a la poesia, inculcada por su madre (muerta siendo el un niño, y a quien lleva en una foto en un medallón a su cuello), con la parte de la herencia, se instala en una mansión rodeada de bosques, no lejos de una ciudad de provincias, y cercana a un pueblecito.
El argumento comienza una tarde de sábado con la llegada de Renato (René) a la mansión en un caro todoterreno, con sus pertenencias más preciadas, entre las que destacan las obras de literatura. Al llegar a la mansión, ajardinada en su fachada principal, se encuentra con Marían y Gabriel. Esta pareja, cuidadores de la finca desde unos meses atrás en que se ahorcara el guarda-casero, viven en un pueblecito cercano, y le dan las llaves de la casa, mostrándole su interior y alrededores, explicando al nuevo inquilino que la dueña odia el lugar a causa de que en el falleciera, alcanzado por un rayo, su marido.
Renato tiene intención de comprar la finca e instalarse definitivamente, pues el lugar le cautiva, pero de momento se va a instalar como inquilino, en régimen de alquiler, condición que le costó negociar con la dueña. Marian y Gabriel, pareja afectiva, tienen un cachorro de perro, que les diera el antiguo guarda, de nombre Sol, y ambos se extrañan de que el cachorro rehuya las caricias de Renato, igualmente les parece macabro que el nuevo, flamante y misterioso inquilino de la finca “Etxemendi”, se interese por el árbol en que apareciera colgado una mañana el antiguo casero, un hombre mayor de edad, Silvano, siendo encontrado por la pareja en uno de sus paseos. También les llama la atención el hecho de que los cuatro fieros perros de la finca, de raza rotwailer, negros, y a los que la pareja alimenta, no ladren al nuevo inquilino, mostrándose sumisos cuando éste, para temor de la joven pareja, se introduce en su jaula, mostrándose sumisos a sus caricias y órdenes, como si lo conocieran de toda la vida. Igualmente llama la atención de la joven pareja el vestuario clásico, en color negro y blanco de Renato.
Este se muestra encantado del lugar, y más de la gran casa, con sus largos corredores, amplio salón con chimenea, bodegas, etc, pese a lo cual, declara su espíritu viajero, hasta los más hermosos lugares terminan cansándole. Ha elegido el lugar por su belleza y por su riqueza entomológica, y se quedará un año, el tiempo que estima necesario para llevar a cabo sus estudios y su obra literaria. Asimismo, les manifiesta su deseo de vivir en la mayor soledad posible, a fin de que las labores de cuidado de la casa, la finca y los animales por parte de la joven pareja, no alteren su vida de misántropo confeso: Marian seguirá acudiendo a la mansión, todas las mañanas, para su cuidado, además de recibir un extra por hacer de cocinera para Renato, el cual le da unas instrucciones precisas e invariables sobre sus gustos culinarios.
Con la caída de la tarde, la joven pareja vuelven al pueblecito en su coche, deteniéndose en un lugar del bosque para hacer el amor(durante el acto, escuchan gruñidos extraños), y prosiguen camino. A La vuelta de una colina, se detienen para contemplar a lo lejos la vieja mansión señorial: les llama la atención que están todas las luces de fuera y dentro de la casa encendidas.
Gabriel-Parece que a Renato le gusta la luz. De todas formas, parece muy rico. Esperemos que no acabe como Anastasio, o el antiguo dueño.
Marian-¿Por qué dices eso, Gabi?
Gabriel-Ese lugar tiene algo de funesto, ¿no te parece?
Marian-Pues no. Además, sería una lástima.
Gabriel-¿Lo dices porque es guapo?
Marian-No es guapo, es bello como un ángel.
Gabriel(celoso)-¿Cómo has dicho?
Marian-Y negro como un cuervo(ríen ambos).
Renato, asomado al balcón de la casa, contemplando embebido el paisaje: al fondo se divisa la ciudad con sus luces, bebe champán en una
copa, mientras escucha una de las sinfonías de su adorado Beethoven.
Renato-¡Por ti, Ludwig!
Tras vaciar la copa, la arroja al vacío, abriendo los brazos, cerrando los ojos:
Renato-Venid a mi, seres puros de la creación, libélulas, mantis...lobos,
Murciélagos y demás criaturas de los bosques. Ludwig os hará eternos.
A la mañana siguiente vemos a Renato, siempre vestido de negro, atareado afanosamente, ubicando una cámara de vídeo en un largo
corredor. Un pequeño camión llega a la mansión precedido de Marian y Gabriel en su coche, los cuales ayudan a descargar las pertenencias
de Renato y colocarlas en las distintas dependencias. Renato les confiesa que ha pasado una noche inmejorable, salvo unos extraños gruñidos
a medianoche procedentes del jardín. La pareja le confiesa el susto de la tarde anterior en el bosque.
Renato-Tal vez se trate del espíritu del ahorcado, ¿no creéis?
Marian-Sí, tal vez, aunque hasta hoy, nunca... ¿Siempre vistes de negro?
Renato-Guardo luto eterno por mi madre.
El cachorro de rotwailer de Gabriel y Marian no hace buenas migas con Renato, y cuando los tres van a alimentar a los cuatro perros en sus
jaulas, Renato agarra por el cuello al cachorro, lo levanta y lo muestra a los cuatro fieros perros que quieren devorarlo, para mosqueo e
indignación de Marian y Gabriel.
Gabriel-¿Qué intentabas hacer?
Renato-¿No son estos sus padres?
Marian-Sí, claro que lo son.
Renato-Lo sospechaba, es más fuerte el hambre que el amor paterno.
Tras darles de comer, Gabriel quiere irse, irritado con la actitud de Renato. Marian tiene que quedarse a cocinar y hacer limpieza.
Renato(a Gabriel)-No camines solo por estos bosques.
Gabriel-¿Y por qué no? Los conozco como la palma de mi mano.
Renato-No sé, pero siento que hay algo siniestro suelto por ahí.
Marian hace sus tareas, agobiada por el alto volumen de la música de Beethoven y la actitud de indiferencia total de Renato hacia ella, como que no la ve cuando pasa ante ella, obsesionado en su trabajo de cerrar el circuito interior de la casa,monitorizado todo desde su cuarto-oficina. : así, ha colocado un búho disecado en el extremo de un corredor, con las alas abiertas, en pose predatoria, que despierta el rechazo de Marian.
Renato-Cómo puedes pensar así; las criaturas disecadas son la máxima expresión de la belleza y el misterio, el triunfo sobre el tiempo.
Marian-Sí, pero están muertas.
Renato-No del todo.
Hay un espacio donde vida y muerte se confunden En la habitación de Renato hay una reproducción del cuadro del Bosco: El martirio de S. Sebastián, en que aparece el mártir cristiano atado a un árbol y muerto a flechazos: encadenamos este motivo pictórico con un joven real, de carne y hueso, amordazado y atado a un árbol en el bosque, recibiendo flechazos en su cuerpo. Renato maneja el arco moderno, complacido, disparando una flecha tras otra. Volvemos al presente, a la habitación, donde vemos a Renato dormido, visualizando en sueños su primer crimen, con expresión beatífica.
Instalado en la mansión y establecidos sus hábitos de vida, así como las tareas de Marian en la casa, a la que acudirá un solo día a la semana para hacer limpieza, y tras prescindir de Gabriel en el jardín, del que pasará a ocuparse él, prosigue su cadena de crímenes, eligiendo entre sus víctimas a cuantos jóvenes de ambos sexos se sientan atraídos por él en sus escapadas a la ciudad.
Ya en la mansión y tras el acto sexual, del que él no obtiene ningún placer(estigma de sus relaciones con su madrastra), los asesina, a los varones violentamente, a las chicas, durmiéndolas con un somnífero venenoso. Los cuerpos de aquéllos los deposita en un lugar del bosque como alimento para los animales silvestres(jabalíes, zorros, buitres, etc,), mientras que momifica los cuerpos de las chicas, coleccionándolos como si fueran muñecas en la bodega de la casa. Incluso da un festín en la mansión a los vagabundos de la zona sirviéndoles órganos de sus víctimas.
Marian se siente atraída por la extraña personalidad de Renato y éste, consciente de ello, le confiesa que no pierda el tiempo, ya que él no siente ningún tipo de necesidad, sexual o afectiva hacia nadie, excepto el amor hacia su difunta madre.
Esta confidencia espolea más el interés de Marian por Renato, lo que hace que éste la rehuya sistemáticamente. Así, pues, un día, Marian decide averiguar que esconde Renato en la bodega y, tras descubrir el escondite de la llave secreta, accede a la estancia prohibida, encontrándose con una visión horrosa: los cuerpos momificados, suspendidos del techo, de unas cuantas jóvenes. Conmocionada por el descubrimiento, sale despavorida en su coche hacia el pueblo pero, al encontrarse en el camino con Renato, para esquivarlo, se choca contra un árbol. Renato la carga a hombros y la lleva a la mansión, percatándose de que su terrible secreto ha sido desvelado por Marian. No puede matarla sin levantar sospechas, así que la devuelve al coche siniestrado con la intención de darle fuego al coche para que parezca una consecuencia del accidente.
En ese momento ella recupera el sentido, y suplica piedad a Renato, el cual no la escucha: en la lucha, ella consigue escapar del coche y corre por el bosque, perseguida por el asesino, siendo salvada en último momento por su novio, Gabriel que estando cazando en el bosque, acude a los gritos de Marian.
Tras matar a René, los amantes vuelven al pueblo en el coche. No pronuncian palabra cuando de repente un lobo negro se les cruza en el camino y caen por un acantilado. El lobo los mira...
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